Cada invierno se hace más largo. Necesitamos el calor de otras personas. Poemas corporales escritos a base de abrazos, inversiones en colchones que confian llenarse.
¿Dónde están?
Voy chocando por la calle, callendo al suelo entre vaivén de hogueras que los pobres de calor usan para calentarse, que tienen los pies hechos polvo de caminar, de avanzar y no aprender, que son hambre de cartón. Herido por las promesas que me hicieron llorar, por saber que cuando el río suena siempre me quedo en la orilla. Y del resto no me acuerdo, me dejé lo demás de mi cuerpo junto a algún corazón.
Amanece.
Se abre el telón como cada día. Una canción suena en el móvil, quien sabe si la banda sonora del nuevo día. Los pies se amontonan en las aceras, repletas de gente, o ese aspecto tienen. Zombies rutinarios que caminan en dirección a su monotonía. Tiran de ibuprofenos, sofocan la frustración, le suman un cigarro para combatir el estrés. Robots mecanizados, que se rompen si llueve, pues los sacas de la rutina.
Anochece.
Ya no aguantan a nadie. Todos tienen sus demonios en la cabeza y nadie acepta los del que tiene al lado. Barnizan la tristeza de un asqueroso día con una mala cerveza junto a aquellos que son similares a ellos. Se va cerrando el telón.
Acaban siendo noches de euforia, mañanas sin pena ni gloria. Al día siguiente se repetirá la función. Se quejarán de que la rutina es odiosa, sin buscar otra opción y echándola de menos cuando no la viven.
Invitaría a compartir la soledad, a disolverla con sonrisas. Me acercaría a unos labios a eschuchar la melodías que cada noche suenan en unos ojos que miran la luna. Susurraría al piano de la vida que tocara una banda sonora que deshiciera la bilis negra que fluye en mi. Dibujaría canciones que conduzcan despacio a ninguna parte sin salir de mi habitación. Me quedaría a vivir en ese instante en el que la montaña rusa llega arriba y no antes, ni después.
Cuando pensaba que todo estaba claro, llego yo solo y me complico, dejándome toda la responsabilidad en mis venas. Extraña sensación, porque nada vale nada. Tenía la balanza equilibrada y tú haciéndome un destrozo; lo bueno a un lado, lo malo al otro, pero nunca estás en el centro... Sucede todo tan rápido, que ya no puedo coserme, remendarme, ni quererme.
Todo vuelve a ser raro, como yo, como lo que fluye en mis venas que revienta mis arterias, porque duele todo dando todo.
Enciéndeme como un primer recuerdo. No necesito mucho: vernos y un café, un paseo sin rumbo, que destape la caja de los truenos. Ir de bar en bar, de cerveza en cerveza, que lo contrario a la muerte sea el deseo.
Alégrame, dime tonterías. No necesito más. A veces un solo segundo, puede durar la vida entera.
Revuélveme la basura, saca mi primera bicicleta, enseñame a montarla. Estoy tan cansado de echarte de menos, que no puedo domir.
Quiero ser feliz.
Si tú supieras todo lo que me ronda la cabeza, que nuestros cuerpos duran una vida, que me moldeaste hacia una personalidad crítica. Si tú supieras que has dado la vuelta al pellejo, has tallado la piedra y decorado mi primavera, que has vuelto a sacar la tinta reseca de hace unos años, que mendigo libertad, que me llené de cicatrices para llamar tu atención. Si tú supieras que no escapo del mirarte cada parte de tu cuerpo, de la tentación de llegarte por la espalda. Si tú supieras que mi espejo se ha quedado sin ver nada por tu aliento, que mis dedos desean despellejarse de tantas caricias. Si tú supieras que me he hecho fuerte en la trinchera en la que me metiste, que la luz que acunaba nuestros cuerpos rozando nos echa de menos. Si tú supieras que te tengo por musa y puta, una mezcla de las dos. Si tú supieras que tengo aun tu sangre muerta en mi imbécil corazón.
Llega un día en el que te plantas frente al espejo y te devuelve un reflejo en el que no te ves. En el que no encuentras ni un atisbo de quién eras, desde no sabes cuándo. El tiempo te pasa despacio, los dias te amargan, la ilusión se te desvanece, viajas a ningun lugar cada dia, se apaga la luz. Te das cuenta de que te sobra equipaje, que llevas cargas ajenas, de que ya no eres invencible, tan solo un muñeco de porcelana más que desde hace un tiempo se rompe con una brisa.
Sueños rotos, futuro perdido. La vida tiene sus heridas, que no van a cicatrizar. No te puedes parar a cerrarlas. Este tren acelerará cuanto más desees volver atrás y en este andén pasan muchos trenes, pero cada uno pasará una sola vez.
Esta canción me lleva a no hablar de nada y a hablar de todo. Son recuerdos de cuando era niño, cuando me creía invencible, como impermeable al paso del tiempo, un mentirosillo, astronauta de sueños; un pajaro sin alas que volaba, que no podía caer.
Pasa el tiempo y me voy dando cuenta de que me golpea, como el mar a las rocas, moldeándome, borrando el recuerdo de un niño enamorado, de la felicidad sin razón, mientras que ahora busco una razón para conseguirla, momento en el que las sonrisas son acertijos de las personas que te las enseñan: locos, mentiros, sinceros, arrepentidos...
Lo único que me queda claro es que doy gracias por tener momentos en los que veo mi infancia irse, como un pescado en el mar, y en la misma ola que se lo lleva me lo devuelve por un instante a la orilla, de vez en cuando, al subir la marea, al tallarme el mar como una roca.
P. D. Tras ver la película El Juez, me doy cuenta de cuánto nos puede influir volver atrás justo a tiempo.
La vida es un viaje con dos caminos: el que queremos y el que tenemos.
Camino por el que imagino, persiguiendo el eco de una voz hasta llegar al cruce con el otro camino la realidad, donde dejas atras lo que no puedes llevar porque pesa demasiado, sin embargo, lo que me llevo es lo que he dejado escapar, lo que mas me va a pesar. Cuando me doy cuenta del enorme error de carga que elegí e intento volver atras a recuperar lo que deje, lo que fui, no puedo, no existe la maquina del tiempo. Vuelvo a escuchar ese eco de voz, su voz que me sume en la oscuridad. Sabiendo lo que me queda, con mi cabeza en otro lugar tan distinto al que suelo estar, "veo amanecer abrazado a una botella que no ha conseguido que me olvide de ella; tengo alma de blues y siempre sale a flote; no encuentro consuelo entre faldas ni escotes; no puedo evitar pensar que te he perdido; no se cuál es mi rumbo ni en qué me he convertido; otras me han besado pero no siento nada, vivo anestesiado buscando tu mirada" en esta oscuridad.
El aire del pecho se nos agota. Gritamos y a otros solo le llega un misero susurro. Nos inyectamos sueños que se desahacen en la boca, las lunas hacen surcos en nuestras venas. Buceamos en charcas que dejan las tormentas, para vivir en una calma inventada en un planeta que no para. Tachamos los días en el calendario con bostezos con los que revelamos nuestros secretos al aire. El tiempo pasa, nos desgastamos, nos creemos mucho siendo nada.
Este mundo puede ser maravilloso si sabemos por dónde mirarlo. Este mismo cuadro vuelve a sonreir de otra manera, como si haciendome el mudo volviera a empezar; como si lo viera todo recostado en un vientre que no va a parir.
Me busco no me encuentro, casi nunca voy sereno y me atragantan las verdades. La vida me sonríe algo más que antes, ya no rebusco en la mierda para se tirme defraudado, el amor no es para mi, ya solo quedan malos tragos. Ahora guardo los llantos para cuando valgan la pena; sus caricias me las bebí y los besos se los fuman mis compañías. Ahora juego a tocar el corazón, a perderme en mi ambición de buscar una sonrisa tierna.
¿Dónde se habrán quedado mis ganas de quedarme con una sola de las sonrisas que saco? Espero que no tenga que buscar en la hiel de mi garganta las palabras compren oidos, que solo busque que la vida me sonría a mi sin la necesidad de bajar por un ombligo.
Fue como un sueño. No recuerdo el color exacto de su pelo, siempre la he visto de noche. No recuerdo su olor, sudábamos fiesta y ganas. Tan solo recuerdo el cielo al acabar la noche, empezando la mañana, azul como los ojos con los que la miraba. Le ordenaba a mi corazón que se detuviera, que no la atienda, sin embargo dentro del sueño no me obedece el corazón, yo no soy su dueño y soñaba rozar con ella, como si se me encendiera alguna luz.
El fruto de este blog es la frustración de no saber escribir en verso, de no poder hacer arte por mi mismo, manchando de lágrimas de color negro en rincones oscuros, márgenes de mi vida repletos de fango, donde no se escuche el llanto del que solo tiene una guitarra que suena, una voz rasgada, un alma condenada hecha girones, que la única esperanza que le queda sea gritar libremente al cielo, a las noches sin luna, al cartón de vino, que me quedo frente a un papel vacio como un despojo de poeta.
Dice Kutxi Romero que "tengo, en vez de un corazón, no se cuántos corazones; tengo en vez de un corazón en el pecho, lo que soy; y todos me piden amor y yo, uno a uno, se lo doy". Si bien es cierto que todos tenemos amaneceres desbocados, en los que en vez del corazón tenemos un vacío, que es mejor olvidarlo y tenderlo al Sol en la cuerda de tender desolación. La desolación del que sabe que era un hada alada y sigue siendo nada, porque el relente de la Luna le mojó las plumas y no sale a volar. Sin embargo, esta hada tiene corazón, por la noche de piedra, al alba de mimbre, que se dobla antes que partirse, que le hace retumbar el pecho al oír una voz de un pincel barriendo te quieros cosidos a un papel, a los pies de un jarrón con rosas sin espinas que se riegan cuando el hada llora cada amenecer despidiéndose de mi por la puerta del balcón "porque decidió que ya estaba hasta las tetas de poetas de bragueta y revolcón, de trovadores de contenedor, como yo".
Dicen que al hada la última vez se le vió en el hotel Amor, que dicen que "tiene cuatrocientas puertas, y todas las tiene cerradas, menos una que está abierta; y está en la Plaza del Querer, donde han roto todas las bombillas" para poder querernos bien, que no corra el aire entre ella y yo, cuando empiece a clarear y aun no se haya dormido, que nos vuelva locos las gotas del rocío.
Palabras de arena, resquicios de amargo dolor regados con sueños de ojos llenos de noches y estrellas. Ojos en los que reinan ausencias, en los que antes resplandecían sonrisas que daban vida y que vivían por si solas. Sonrisas humildes mezcladas con barro, que llenan de luz las aceras, repletas de pasos vacíos que quieren hablar con voz que destierre a las penas. Penas de niebla y hollín que enhebran venas cargadas de fardos de amor. Amores que al alba lloran de pena encadenados y con grilletes que ciñen a todo un ejercito de versos que añoran colgarse del aire y morir cuando caigan estrellas de un cielo acabado cual lluvia a la tierra, cuando me abandone mi voz ni se bata el latir de mi pecho en tu boca.
La noche se hace larga si no hay con quien charlar. El sol ha tropezado. Hasta dentro de un rato no se va a levantar. Menuda hostia. Entonces te acuerdas de buenos momentos, de caras riendo, máscaras de carnavales desencajadas de la risa, haciendo trampas a la rutina, notando aire fresco en el rostro, sentados sabe Dios dónde, cerrando bares, sin más rivales que los despertares del día siguiente, montando un circo, haciendo de un misero rato una feria. En definitiva, siendo felices de verdad, hablando desvaríos, echándote fotos sin flash y dejando a Flash fuera de cada foto, comiendo un cachito de locura que la Luna nos ofreció y subirnos a las nubes.
Porque para comerse el tarro hay otras canciones y más noches de insomnio.
Os cuento una historia de una noche cualquiera.
De repente me veo entre la espada en la pared, con la espalda pegada al colchón, desvelado, con el móvil en la mano. Sin otra ocupación que pensar en una canción que me llame la atención para escribir un rato. Suena fácil, al menos hasta que me abordas la cabeza. No se si escribir para engañarme y rechazarte hasta que vuelva a despertar, o comerme la cabeza para saber qué hago contigo.
Comienzo el reto de los que solos se marchitan, me meto a las notas y me pego dinamita al cuerpo, a ver qué me sale. Escribo, te pienso, te quiero o no. Reflexiono que aprendí de la calle y del desconsuelo que la vida es hija de puta con los que van mirando al suelo, pero es que si levanto la cabeza te veo y no se si quiero verte, aunque me sienta totalmente en una nube. Ojalá todo fuera distinto y lo singular fuera primario, no tenerle miedo a casi nada, ni a la muerte, tan solo miedo a quererte.
Empieza a darme sueño, a creer que esto solo lo evito envenenando a mi cerebro. Pienso que lo que me pasa, este quiero y no puedo, no me dejas poder, no es normal, sin embargo, normales hay a patadas, aquellos que no entienden de las heridas del corazón, heridas del rock and roll, heridas de una noche cualquiera.
Conclusión: Si para ser feliz el pensar sale tan caro, prefiero quedarme así y que me llamen "bicho raro".
Hace tiempo que no escribo. Cuando llevas tanto sin hacerlo las palabras
se te atascan en el pecho.
Ella necesita que la quieran, el problema es
que no encuentra a nadie que lo haga; yo busco querer, pero no paro más que rondar por la puerta de aquello que llaman amor y que me quedo siempre bajo el dintel de la puerta mirándola pasar. Vamos a morir en este juego,
en este no ser nosotros cuando los demás nos preguntan cómo estamos.
Llevaba tiempo sin escribir, pero hoy parece que esta maldita canción me remueve por dentro como si por ella me fuera a comer las estrellas una a una, es la
excusa perfecta. Ella también desea salir de aquí, lo que no sé es si ya sabe que "aquí" es un lugar que llevamos encima. Ojalá
no se de cuenta. Ojalá se quede hasta que yo decida no pasar por aquella puerta. Tal vez el día que lluevan pianos deje de hacerlo, de observar cada uno de tus contoneos de cadera, de jugar al escondite con nuestros corazones en la basura. El pasado me parece unos
cuantos días muy largos. Lo que vengo a decir es que no hay colores en
este cuadro, que le digo al papel que sigo estando aquí y el eco me devuelve el gemido. Lo que vengo a decir es que,
de irme, volvería porque, afuera este portal, el miedo que me da no encontrar a
alguien que me pida que regrese. Así que me quedo… aquí, en el umbral de la puerta con cara de estar cabal y maldito por ella. Yo también necesito que me quieran, y sin saber si ella lo
hace, me preparo para la lluvia de pianos.
Duerme, que despiertes con las ganas que te dan un día de lluvia en invierno, como si las sabanas te enredaran sobre el colchón; que las gotas por el cristal de la ventana te descubran un nuevo día. Duermes, y yo te observo sin estar a tu lado, soñando con abrazarte en la oscuridad de cada amanecer con las persianas bajadas, que juntos entendamos la locura que se hace tartamuda en las manecillas de tu reloj. No despiertes aun, que yo te cuido y te protejo de pesadillas que hagan daño y te molesten, que no te duela. No te desveles, que seas la calma después de la tempestad, que vueles siendo como el aire.
Y ahora que todo se mueve alrededor de cuentos inventados, como este, que hay miedo en todos lados, como el que tengo, tu sueña con lo que quieras. A sabiendas de que remueves cielo y tierra al despertar, de que tus carcajadas retumban en los muros que encierran tus demonios, que se inventan las estrellas, de que la luna solo es una marioneta ,movida con hilos que ahorcan la verdad, consentida y celosa de ti, de tu pelo y tus pupilas, de esa gracia al andar desnuda por mi vida; aun así, duerme.
Los mismos alfileres de budú, el mismo cuento que termina mal. Tu mirada azul me dijo: "a cara o cruz" y mi alma de tahur lo puso a doble o nada. La moneda cayó de canto, la volviste a coger antes de que saliera uno de los resultados por miedo a que ambos ganaramos.
Me quedé en la calle, naufragado en una acera, camino de ningun lugar. Deje de jugar para no perder, de rezar para no creer, de besar para no soñar, sin ganas de reir y riendo para no llorar, con las mil y una noches que olvidar para consolar a la soledad.
No me queria una mujer, me echaron de otro bar, rompió a llover, se olvidó de mi el verbo amar, deje de contar para el porvenir, ya solo guiñaré un ojo a mi nariz.
Perdido en sueños de oscuras noches de miles de lunas, sobre mi cama, ocupada por mi nada y yo. Perdido por desarmar la habitación queriendo reflejar mi alma, en noches pobres de sentimiento, carcomida por una sonrisa desnuda que me haga sentir feliz. Felicidad altruista, la cual acabo perdiendo por llevarte a la luna en un viaje de versos, aullando desde un frió colchón, en el que los sueños se mezclan con la pasión de un beso onírico; sueños que resvalan con el sudor del que piensa que te tiene en ese imaginario momento. Y todo ello no es fruto mas que de una larga noche meada por el sol, que refleja un chorro de luz en la desordenada habitación, espejo de mi alma revuelta que sigue soñando en susurrarte unos versos.
