Me quedé en la calle, naufragado en una acera, camino de ningun lugar. Deje de jugar para no perder, de rezar para no creer, de besar para no soñar, sin ganas de reir y riendo para no llorar, con las mil y una noches que olvidar para consolar a la soledad.
No me queria una mujer, me echaron de otro bar, rompió a llover, se olvidó de mi el verbo amar, deje de contar para el porvenir, ya solo guiñaré un ojo a mi nariz.
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