sábado, 6 de junio de 2015

Corazón de mimbre - Marea

Dice Kutxi Romero que "tengo, en vez de un corazón, no se cuántos corazones; tengo en vez de un corazón en el pecho, lo que soy; y todos me piden amor y yo, uno a uno, se lo doy". Si bien es cierto que todos tenemos amaneceres desbocados, en los que en vez del corazón tenemos un vacío, que es mejor olvidarlo y tenderlo al Sol en la cuerda de tender desolación. La desolación del que sabe que era un hada alada y sigue siendo nada, porque el relente de la Luna le mojó las plumas y no sale a volar. Sin embargo, esta hada tiene corazón, por la noche de piedra, al alba de mimbre, que se dobla antes que partirse, que le hace retumbar el pecho al oír una voz de un pincel barriendo te quieros cosidos a un papel, a los pies de un jarrón con rosas sin espinas que se riegan cuando el hada llora cada amenecer despidiéndose de mi por la puerta del balcón "porque decidió que ya estaba hasta las tetas de poetas de bragueta y revolcón, de trovadores de contenedor, como yo".

Dicen que al hada la última vez se le vió en el hotel Amor, que dicen que "tiene cuatrocientas puertas, y todas las tiene cerradas, menos una que está abierta; y está en la Plaza del Querer, donde han roto todas las bombillas" para poder querernos bien, que no corra el aire entre ella y yo, cuando empiece a clarear y aun no se haya dormido, que nos vuelva locos las gotas del rocío.


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