martes, 4 de noviembre de 2014

Latidos contados - Iratxo

A veces, una idea se queda huerfana al no encontrar acomodo y es desterrada a una especie de Limbo, donde las ideas vagan por un tiempo limitado antes de morir por abandono o desangradas, victimas de las heridas que el olvido produce en ellas. Al igual que los días no vividos son sueños non natos, pienso que las ideas no utilizadas son un despilfarro de talento o un ejercicio absurdo de economizarlas ante el miedo de que no sean lo suficientemente buenas y, con el peligro que ello conlleva de que se angosten en la memoria y el moho con el que el tiempo todo lo cubre, termine por pudrirlas. Por eso, me gusta atrincherarme en una canción y dejar de vagabundear en lo sufrido y lo vivido hasta que encontré la llave que abre el baúl de las ideas perdidas, de historias abandonadas, en el que guardé latidos contados, haciéndome adicto al veneno, en el que depuse alas que ya no quería, crucificándome con clavos de terciopelo en retales de ilusión, durmiendo en camas de esparto. Llego a gustarme perder partidas y tirar como dados los ojos con los que me miran.
Ahora estoy más por hacer el payaso; hacer como que me caigo y caerte encima; encontrar, en tu guerra, mi paz; hacer un castillo con miles de ventanas y cuando apriete la mañana echarme a volar; disfrutar de la vida, dejando atrás todo "te quiero" o abrazos al cuello.

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario