Me acuerdo de ti. Me cago en tus muertos. Sueño con tu piel, en estar contigo, en sentirme mejor a tu costa como si fueras el último refugio que me queda. Y no estás. No llegaste a estar.
¿Eso cómo se come? Cómo tenerte en el más sucio rincón de mi negro corazón, si nunca tuvimos sed el uno del otro, si no nos quedamos sin sol.
Que me apunten con el dedo si piensan que estoy colgado, pero para soñar con tus manos y acordarme de tu pelo sin sufrir que no estás, hace falta echarle huevos.
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